La artista rioturbense radicada en Buenos Aires lanzó su primer single “Perdiste”, con una impronta marcada en el R&B, funk y neosoul. En esta entrevista abre su corazón, cuenta sobre su camino y expectativas en la industria de la música. Por Florencia Sosa.

Daira Nahir Vargaz Álvarez, nació en Río Turbio, Santa Cruz y vivió ahí hasta 2021, momento en el que se mudó a Buenos Aires para participar del programa televisivo “La Voz Argentina”. Luego de la experiencia, un poco trunca, no perdió las esperanzas y se quedó en la ciudad para continuar su carrera como artista musical.
Entre mate y mate conversamos largo y tendido sobre diversos temas, con profundidad y respeto. En sus palabras pude darme cuenta que su búsqueda personal, también es la profesional: “siempre trato de buscar la mejor versión de mi”, sentencia. La música es para Daira la salvación de su vida, el refugio en los momentos más duros y la plenitud en aquellos mejores.
“Soy la única artista de mi familia”, cuenta y añade: “algo que me inculcaron desde chiquita es que siga mis sueños”, y a eso se aferra y en ello trabaja. El pasado día de los enamorados, Daira lanzó su primer single: “Perdiste”, una obra que es parte del EP que está creando junto a su productor musical, Maxi Díaz.
La entrevista se adentra en los pensamientos de la artista, para conocer su personalidad y visión sobre la vida, los géneros musicales que la interpelan y sus formas de composición, además de su proyección de futuro en la industria musical.
– ¿Cómo te autodefinís?
– Siento que no puedo separar la artista de mi persona, es todo uno, también siento que me voy reinventando constantemente, no me dejo encasillar por ningún concepto. Una palabra que me podría definir es que soy transparente con todo lo que soy tanto como artista y como persona. Algo que puedo asegurar es que lo que hago con la música lo hago con amor. Lo que me impulsa muchísimo y lo que confirmo cada vez que voy a consumir música a un recital, a ver alguien que me gusta y veo las masas y multitudes emocionarse y veo lo que la música genera en las personas es algo que me motiva un montón.
– ¿Cómo fue tu primer encuentro con la música?
– Mi primer encuentro con la música fue de una manera muy profunda porque mi infancia fue bastante dura y la música fue un gran camino, un escape y gran ayuda que me fue construyendo a lo largo de mi vida para llegar adonde estoy ahora.
– Viniste a Ciudad de Buenos Aires para participar de La Voz, ¿acá audicionaste?
– La audición en 2019 había sido en Río Gallegos, está a 3 horas de Río Turbio, donde nací y me crié. Cuando vi en las noticias que estaban audicionando dije: «bueno, me mando». En ese momento fui sin expectativas, tenía 19 años recién cumplidos, y quedé. Pero por cosas del programa no se hizo ese año y después el año siguiente fue la pandemia, y en 2021 lo retomaron y se ve que habían llamado a las personas que habían quedado. En ese momento, cuando me llamaron y me dijeron que se iba a hacer, hablé con mi familia y les dije: «creo que es un buen momento para mudarme a Buenos Aires, independientemente de lo que sea que suceda».
– ¿Cómo viviste la experiencia?
– La experiencia para mi fue abrumadora, yo vengo de un pueblo muy pequeño, estar parada en un escenario frente a gente super grosa y a un montón de personas. Y fue duro porque no quedé y recibir el primer «no» fue chocante, además todo lo estaba viviendo en automático, después caí en la cuenta de que fue un mecanismo de defensa ante toda la información que estaba recibiendo. Es un poco cruel a veces, está diseñado así, y también está bueno no tomárselo personal, entender la modalidad y el formato del programa. No es para todos y evidentemente no era para mí, fue una experiencia super enriquecedora pero no lo volvería a hacer. Sin embargo, estoy super agradecida, después del reality empecé a experimentar en otras experiencias, como cantar en vivo en La Refla, hacer mi música, conectar de otra manera con el arte. Me di cuenta que eso es lo que me gusta.
– Estudiaste otras carreras además de la música…
– En 2021, cuando llegué a Buenos Aires empecé a estudiar Artes Escénicas en la UADE, que es como teatro musical, descubrí que no era para mi. En 2022 arranqué a estudiar en agosto, Diseño Gráfico en la UBA, pero cada día era reivindicar la idea de que no estaba haciendo lo que me llenaba. Caía a la facultad y me divertía, tenía amigos, pero me faltaba algo. Me di cuenta de que había dejado de hacer música y me estaba deprimiendo. Recuerdo haber llamado a mi mamá y decirle: «creo que quiero dejar la facultad y quiero dedicarme a la música. No quiero buscar otra carrera universitaria para llenar el vacío». Y mi mamá me dijo: “solo tenés que hacer lo que te hace felíz a vos”.
– ¿Cómo proyectás tu carrera? Hay una serie de decisiones iniciales que tuviste que tomar…
– Siento que siempre fue un sueño. Hubo algo que me marcó mucho en toda la trayectoria y es que yo tenía una gran falta de confianza en mí, en lo que hacía, en mi arte. Siempre me sentía muy dictaminada a tener que hacer algo que les guste a los demás, y más de grande aprendí a sacarme ese peso y a hacer cosas que me gustaban a mi y para mi, y eso en consecuencia se transmita y haya gente que lo reciba. Conocí a Maxi Díaz, mi productor, fue un antes y después en mi vida, comenzamos a laburar y se abrieron muchas puertas.

– ¿Cómo llegaste a cantar en La Refla?
– La Refla la conocí el año pasado (2022), fui por Sergio, el baterista, él es de mi pueblo y es uno de mis mejores amigos. Me hice muy amiga de los chicos, de Fabri y de Maxi, con Valen y Sergio eramos amigos hace un montón. Y un domingo estábamos en Makena, en Afromama y me dijo Fabri: «amiga, ¿no te animas a hacer unos coros para La Refla?» También hablamos con Oli para que se sume como corista. Probamos y a las dos semanas ya era como que cantábamos desde toda la vida juntos. Se formó una familia, cada vez fuimos escalando más, agregando repertorio y cosas nuevas, arreglando las tres voces, jugando con los chicos. Siento que como grupo somos un canal y nuestra misión es dar la data que baja a la gente que va a compartir con nosotros. Es un honor y un orgullo ser parte.
– ¿A tu productor musical lo conociste ahí?
– Sí, lo conocí en La Refla. Cuando nos empezamos a hacer amigos me dijo: «si querés producir algún temita, yo estoy». Pero estaba muy vergonzosa, no se si tiene que ver con que soy muy de pueblo, pero me cuesta mucho pedir y aceptar. Una de las razones por las que al principio le decía que no era porque tenía miedo de decepcionarlo, de no ser suficiente, de hacer algo que no le gustara. Y después dije: «si me habló, es porque algo vio en mi».
– A veces necesitás ese empujón
– Es muy difícil balancear la autocrítica, que en cierto punto está muy bien, con la sobreexigencia, porque al fin y al cabo somos seres humanos, y también es parte del arte la prueba y el error, equivocarse y experimentar, ahí sale lo genuino.

– ¿Qué música escuchabas cuando eras chica?
– De chica escuché mucho pop, Demi Lovato, Ariana Grande, Selena Gomez, muy niña Disney. Siempre con referentes mujeres y en inglés. Y de grande me fui tirando más para lo que hoy apunto, que es el R & B, soul, funk, me empezó a gustar muchísimo Jorja Smith, SZA, Her, de nuevo mujeres. También me metí mucho en el boombap en inglés, viejo y actual. Me gusta mucho Kendrick Lamar, Mac Miller, Tyler the Creator. Mi oído y mi escucha musical se amplió un montón, hoy en día escucho muchísimos géneros y me gustaría abarcar todos pero lo que más me tira es el R & B.
– ¿Tiene audiencia en Argentina el R&B?
– Por ahí no hay una escucha activa en este momento del R B, pero siento que eso se construye. Si bien sí hay muchas referentes de afuera, no se ha hecho mucho en ese género en Argentina. Siento que si se le da una oportunidad desde la base se puede generar una buena movida como lo fue con el rap, como lo es con el trap en este momento. Lo importante es no cerrarse y abrirse a esa escucha nueva de algo que puede ser muy enriquecedor para la cultura argentina.
– ¿Cómo te imaginás tu carrera en este género?
– Tengo muchas amigas que ahora están pisando más fuerte con el R&B y el neo soul en español, y veo como aportan su granito y cómo están construyendo, y me encantaría poder aportar con mi música. Mi genuina intención es hacer cosas que a las personas las muevan, que les generen emociones, independientemente del género que sea, y yo justo estoy apuntando para este estilo.
– ¿Qué podés contar del EP?
– Es muy personal, siento que lo que estamos construyendo con Maxi refleja muchísimo todas mis influencias a lo largo de mi vida porque es una gran fusión de géneros. Maxi es un zarpado y todo lo que hizo con los instrumentos, las chapas, los bajos, siento que eso te transmite muchas cosas, es una fusión de sentimientos y sensaciones que obviamente va por esa línea de R & B y funk. La idea es hacer un concepto de EP donde está todo conectado entre sí, así que apenas vayan saliendo algunas cositas se van a ir develando algunos misterios, la idea es que todo esté conectado. Hay pequeños guiños en cada canción, en los videos, es como los casos esos en los que llegás al final y decís: «ah mirá, todo tiene un sentido».
Este EP es para mi, es para sacar mucha data que tengo adentro, es para compartir lo que me pasa con el mundo. Si no gusta, lo siento; pero si gusta, genial. Tuve el gran privilegio y voy a estar eternamente agradecida porque mi familia además de bancarme con la idea me ayudó a financiar este sueño. Este videoclip que sacamos lo hicimos a todo pulmón con mi familia y un grupo de amigos.
– ¿Cuándo empezaste a componer?
– Empecé a componer mi propia música en 2022, fue el momento en que mi vida cambió por completo y decidí dedicarme a esto de lleno. Me senté en el piano, que es mi instrumento más amigo, si bien no tengo mucho la técnica y la teoría, toco mucho de oído, me he sentado mucho tiempo a charlar con el piano. Como no se tocar, no se leer partituras, es muy sensorial, es la nota que resuena en mi cabeza y lo traslado. Me encantaría en algún momento aprender bases de teoría musical y dominar el instrumento pero mientras tanto me manejo de oído y según lo que siento.
– ¿Desde cuándo cantás?
– Empecé a cantar desde muy pequeña, desde que tengo memoria, en la escuela, en actos escolares, en eventos del pueblo. Soy muy caradura, entonces, me divertía jugando arriba del escenario, lo tomaba como un juego, como salir a disfrutar. Por mucho tiempo canté folclore en el sur. Empecé a tomar clases de canto en la pandemia de manera virtual, mi voz la fui descubriendo con mucha ayuda de profesores.

– La industria de la música es muy cerrada, ¿qué opinás de eso?
– Un poco me aterra, me siento en los juegos del hambre. Si bien no estoy de lleno en la verdadera industria, tengo muchos amigos que están metidos, y veo todo el background, como funciona desde atrás, y es hostil. Es medio una carnicería, estar todo el tiempo bajo la exposición de ser un producto, algo que se vende y que se tiene que consumir. Entonces, tenés que cumplir un montón de normas que están ligadas a las imposiciones sociales. Tenés que medir tanto, pesar tanto, no te podés mostrar con «X» persona.
– ¿Sentís que te importa?
– Siento que en este momento, con tal de pagar el precio de la exposición no podría amoldarme a toda esa tortura. También veo muchas referentes que admiro que vienen rompiendo esos patrones de imposición: eso de tenés que medir 60-90-60, tenés que ser bonita, tenés que cerrar la boca.
– ¿A qué le tenés miedo?
– Tenía miedo de quedarme sola en el mundo. Entendí que nunca me voy a quedar sola, si me tengo a mi misma. Literalmente soy mi mejor acompañante, me tengo que cuidar y priorizar. Y también hay una frase muy famosa que dice que no podés estar bien con el otro si no estás bien con vos mismo. Y creo que mientras más te cuides y más construyas todo lo que involucra tu ser, eso se ve reflejado en el exterior. En estos últimos meses me empecé a rodear de gente increíble, de músicos y artistas, de personas que nunca pensé tener el privilegio de compartir.