El artista musical dedicado al trap cuenta la historia de su vida que explica el tinte oscuro que tienen gran parte de sus letras y sonidos. Por Florencia Sosa

“El príncipe de la locura”, eso significa “Abalam” el nombre artístico que eligió Emanuel Ruggiero para compartir su música. Los momentos de oscuridad que le tocó atravesar en su vida explican esa decisión, pero afortunadamente esa etapa es solo parte de algunas de sus canciones y de un pasado al cual está negado a volver. Con mucha naturalidad canta mientras narra, pero con responsabilidad cree en el poder y el alcance que pueden tener cada una de sus palabras.
La generosidad de su padrino, que hoy no está en esta tierra, fue la que marcó su vida y lo ayudó a salir adelante. Abalam es un artista musical con objetivos que incluyen a muchas personas, esa conciencia social hoy lo lleva a imaginar y proyectar un proyecto de refugio para personas que viven en la calle. Situación que conoce de cerca por experiencia familiar y que ante todo lo interpela como ser humano.
Hablar con Abalam es dialogar literalmente de y con su familia. “Mi mamá me enseñó cosas que como era muy rebelde no me gustaban, pero hoy en día lo valoro porque sin eso no sería la persona que soy. Una persona derecha, que tiene respeto por los demás, y que cumple su palabra dentro y fuera de su casa, y en el trabajo”, cuenta Abalam. En esta entrevista participaron Jésica, su pareja, y sus hijas, ellas son sus fieles compañeras en esta carrera musical que tiene larga data pero que se reafirma con fuerza en cada nueva canción.
– ¿Cuándo empezaste a hacer música?
– Entre los 10 y 13 años jugaba baby fútbol y el papá de un amigo tenía una banda de cumbia que estaba por morir y quería armar un grupo de cumbia donde la imagen sea un pibe. Fui varias veces, nos juntamos a hacer covers, pero era muy chiquito. En ese tiempo también había pasado la desaparición de Luciano Arruga, que es el hermano de un amigo mío, estábamos con todos los movimientos y las protestas en el barrio. A la vuelta de mi casa había un grupo que se llamaba «El club de los mutantes» y ellos tenían su estudio, y un amigo me propuso: «che, si escribimos algo por lo que está pasando con Luciano y con lo que está pasando en el barrio con la policía». Y ahí escribí mi primera canción que fue dedicada a todo lo que pasó con Luciano Arruga, lo único que me acuerdo es que la letra decía: «destacamento resentido, destacamento inolvidable, cuando entres por ahí, ten cuidado en lo que te pase». En ese tiempo escribía mucho, pero eramos tan chiquitos y no teníamos tantos recursos, no había nadie que nos diga: «vamos, vamos». Se movía mucho la cumbia, existía el rap pero estaba todo ya armado, no teníamos gente alrededor que nos diga: «ustedes quieren rapear y escribir, vamos por acá». Después me crucé con mi amigo El Chili, Ema y Paloma, ellos estaban haciendo reggaetón, se grababan sus propias canciones con un micrófono de karaoke y un programa que usábamos en la compu que ni FL Studio era. Siempre estaba de vago por el barrio y me decían: «amigo vamos a grabar, vamos a hacer música», y yo les decía que no porque estaba en la peluquería cortando el pelo. Hasta que un día empecé.
– ¿Qué fue lo que te llevó a hacer esa canción de Luciano Arruga?
– Fue dejar un mensaje, que la gente entienda qué pasaba en la calles, porque hay mucha gente que solo ve lo que le dice el noticiero y con esa edad que tenía lo que más quería es que no vuelva a pasar, que no haya otro caso como el de Luciano Arruga. En un momento me sentí responsable de que la gente escuche lo que le está diciendo un adolescente, alguien que vive en la calle – no literalmente – pero mi papá me dio una libertad bastante amplia que me llevó a conocer la calle en todos los aspectos y siendo más chico me di cuenta que a veces la gente mayor está ciega. Escuchaba mucha gente que decía que era mentira lo que había pasado en el destacamento y que Luciano nunca había estado ahí. Yo siendo tan chiquito sí sabía lo que había pasado, sabía en la que andaba él (Luciano) y sabía que la policía mandaba a los pibes a laburar para ellos y de la nada aparecían cagados a palo o desnudos, o lo que le pasó a Luciano que lo hicieron desaparecer e inventaron un cuento. Sentía que tenía que dar un mensaje, que la gente escuche y comprenda que solamente no es lo que le dicen en la televisión o lo que dice la policía…
– Claro, son las fuentes oficiales y se toman de eso…
– Si, y detrás de ese policía hay una persona que no sabés como es cuando se pone el traje o cuando va a su casa. En ese momento me sentía muy influenciado por Calle 13, porque su música era de protesta. La canción la escribimos con Mauro Mora, un amigo con el que había perdido contacto y hace poquito lo estoy volviendo a tener y estuvimos recordando esos viejos tiempos donde escribíamos. Esa música la perdimos porque usábamos una computadora que hoy no existe y no entendíamos cómo guardar un proyecto o cómo hacer que esa letra viva para siempre.
– ¿Por qué hacés música hoy?
– Hoy me dedico a la música para sentirme bien y saber qué me está pasando en ciertas etapas de mi vida. Me escucho, en el momento en que me pongo a escribir o crear, mi interior sale para afuera y digo: «a nosotros nos está pasando esto». Digo nosotros porque es otra parte de mi. A mi la música me salvó, me ayudó a salir de la depresión, después que encontré mi nombre «Abalam» me di cuenta que esa oscuridad era solo pasajera. En mis primeras letras me escucho y digo: «¡qué vacío!», porque prácticamente estaba hablando de drogas, de sexo, de salidas y no, porque Abalam no es eso, yo soy familia, soy amor, soy compañero, todo lo contrario. No te digo que las fiestas no me gusten, solo que hoy lo hago para divertirme, antes lo hacía y lo cantaba para tapar un montón de cosas que me pasaban en mi interior.
-¿Sentís que fuiste creciendo en tu desarrollo musical?
– Sí, bastante, al principio no buscaba superarme, era: «hoy me meto en el estudio y hago esto, y ya está, está perfecto». Mi objetivo es encontrar un sonido que me diferencie, que lo vengo haciendo y me lo reconocen los productores con los que trabajo, y muchos de ellos me ayudaron a evolucionar: El Chili, Cholo, Santi. Me ayudaron a definir mi estilo. Mis letras y sonido fueron cambiando, hoy si entro al estudio canto más sobre el amor en todo sentido. Si es por mi hago un tema diciendo: «los amo a todos familia por favor no se vayan nunca de mi lado, no me suelten», pero trato de buscar la forma de decirlo, y la gente le encuentra no doble sentido, a veces tres sentidos a lo que digo en mis letras.
– ¿Cómo es tu proceso creativo? ¿Qué momentos encontrás para sentarte a escribir?
– No tengo un cronograma, ni un calendario donde digo hoy es día de estudio. Surge, capaz estoy meses sin hacer nada o un mes completo internado haciendo música a pleno. Mayormente lo que hago es escuchar sonidos de internet, busco un beat -cuando no tengo a un productor cerca-, porque yo me dedico solo a cantar y escribir, no se tocar instrumentos ni programas, aunque ahora estoy empezando a jugar un poco más con el MIDI, estoy buscando sonidos y trato de hacer beats. Eso me ayuda mucho a encontrar melodías nuevas, le pongo un MIDI, unos arpegios y voy buscando otros tipos de melodías, eso me da creatividad. Más que nada primero prendo el micrófono y canto sobre el beat. Hay días que solo escribo como poema sin buscar melodías, no es que todo lo que me pasa lo canto, a veces me pongo solo a escribir. Jesi, mi pareja me dice: «escribí, todo el tiempo tenés algo para decir». Sí, todo el tiempo tengo algo para decir, pero a veces me da miedo escribir todo porque hay cosas que pasan adentro mío que no quiero saber, entonces me limito. A veces estoy cortando el pelo y digo: «esperame un segundo que escribo algo acá». También escribo sobre cosas que le pasaron a mis amigos, no es solo sobre mi vida.
– ¿Por qué decís que hay veces en las que no querés saber qué te pasa y por eso no querés escribir?
– Porque tengo muchos pensamientos negativos extremos que prefiero dejarlos ahí adentro. En mi música escribí cosas que pasaron, por eso a veces tengo miedo de escribir tal cosa o cantar tal cosa, porque siento que la música y algo que uno siente tiene muchísima energía. Creo que si lo plasmo en un papel o en un audio le voy a dar más fuerza de lo que merece.
– Entonces, vos lo moderás…
– Te cuento un caso, yo hago mucha música sad, tengo un repertorio guardado. Un día yo estaba escribiendo y el productor dice voy a poner unos beats, vos si querés escribí. Y lo escuché y me puse a escribir en el baño, un amigo que estaba ahí se puso a escribir su parte. Salgo del baño y ellos no sabían que yo estaba escribiendo, y le digo: escuchá lo que tengo y le gustó y lo empezamos a grabar. Y al rato, grabamos todas las voces y hace clic para escucharlo y entra una amiga y dice: «boludo, no saben lo que le pasó a una amiga, se acaba de cortar las venas, etc.» y nosotros nos miramos entre todos. Yo no lo podía creer porque el tema que estábamos grabando hablaba sobre eso, como que una chica se cortó sus venas. La letra decía: «mantente despierta, nena no te duermas, qué es lo que te hiciste, mirame a la cara cerca, cortaste tus venas, yo entre tus piernas olvidaba todos los males en esta tierra». Nosotros decíamos: «ésta escuchó del otro lado y vino a hacernos una broma».
– ¿Qué sentiste en ese momento? ¿Te agarró miedo?
– Me agarró miedo. Los números daban en el momento en que yo empezaba a escribir. Yo estaba sentado en el sillón y decía: «no puede ser, esto es mentira». Y alguien me habla y me dice: «estamos yendo al hospital». Tiempo después escribí una canción que decía que en tal fecha se iba a terminar algo, y me pasó que en esa fecha me separé pero estaba todo bien y de la nada se desmoronó esa relación, no hubo infidelidad, ni una pelea fuerte, solo se terminó. Después pensé que no puede haber tanta coincidencia y dije: «pará, si voy a cantar todo lo que me va a pasar, no quiero», porque si canto sobre mi muerte, me voy a morir. Pensaba: deja de ser una canción y se convierte en un death note. Y como se dice: «nuestra mente es nuestro peor enemigo», mi mente a veces dice cosas que no soportaría escribir o cantarlo y después que suceda. Por eso muchas veces me limito a decir ciertas cosas, pero todo pasa por esas experiencias que tuve.
En uno de mis temas, «Frío» grabé toda la voz llorando, fueron las primeras voces que se grabaron, yo estaba re mal y mi amigo El Chili, productor, me dijo: «amigo, no te quedés ahí llorando, grabá». Y me puso un ritmo y ahí arranqué llorando. Y dos productores querían regrabar las voces, pero yo dije que no: «limpienla todo lo que más puedan, dejenlas prolijas que yo quiero que eso suene así». Y después la gente me decía que la canción les llegaba. La voz tan rota me hacía sentir lo que yo estaba sintiendo en ese momento. Ese tema lo hice justamente en que pasa algo con mi pareja, dice: «ahora yo tengo frío, rompiste la venta, quedaron todos los vidrios en el piso». Yo dije: «estoy triste» y el invierno siempre se asimila con la tristeza. Yo creo que todos los artistas que hablan de cosas sentimentales, lo sienten de verdad y es la música más real que existe. Después de droga, joda y boliches podemos hablar todos.
– ¿Creés que saliste de ese momento oscuro?
– Yo creo que salí, pero puede volver, yo no le voy a abrir las puertas. Gracias a Dios tengo a mi familia que es mi mayor pilar y cada día le doy más lugar. Siempre pensé en mi familia, pero ahora tengo a mi propia familia, mi hija, mi mujer, a Pía, a mis hermanos, a mi viejo. No volvería a la oscuridad porque soy el pilar de mi familia, la mayoría de todos ellos se apoyan en mí, como yo en ellos. Me di cuenta que tengo una luz adentro mío y la gente que me rodea es luz, y si no lo son los dejo al costado. Puedo seguir hablando de cosas oscuras, quizás no de forma tan explícita.
– ¿Creés que las palabras tienen un poder?
– Sí, hay palabras que te pueden dar ánimo o te pueden dejar en la lona. Siempre hay que cuidarse mucho con lo que uno dice. Odio es una palabra muy fuerte, como amor. Si te digo te odio, te vas a sentir mal, quizás después te veas al espejo y te vas a odiar. Si yo te dije hoy te odio y te enganché un día que estás baja de autoestima y te va a hacer mal, me podés mostrar que está todo bien pero después cuando estás sola la palabra odio empieza a pesar. Y si se qué puedo decirte para lastimarte es peor todavía. No es una simple palabra, tiene poder. Yo creo que todo lo que le digo a la gente que me rodea tiene poder. Una vez a mi hermano le dije: cucaracha, ni te odio, ni te amo, ni sos un gil. Lo que más odio en el mundo son las cucarachas, y no le tuve que decir «te odio». Pero eso no lo tiró a la cama, el me dice: «algo me que marcó mucho es que hayas dicho cucaracha, porque yo no puedo ser una cucaracha para mi hermano, al contrario, me tiene que ver como un ejemplo, levantado. Eso que me dijiste me cambió un montón, porque tenías razón, y ahora odio a las cucarachas». Hoy mi hermano está perfecto, ayer salió de la granja, estaba en rehabilitación.
– Cuando hablás de ese momento oscuro, ¿hubo alguna situación que te llevó a eso?
– Vengo cargando con eso hace muchísimos años desde que soy chiquito. Hubo un momento de mi vida muy trágico que fue la pérdida de mi padrino, marcó un antes y un después, pero también me dio mucha fuerza. Por más que estaba mal no podía caer a deprimirme o a lastimarme toda mi vida, porque era todo lo contrario que quería mi padrino. El sufría una enfermedad y no me demostraba dolor, nunca fue débil ante eso. El no me podía levantar, tenía prohibido hacerlo porque estaba flaco perdiendo peso y no podía hacer fuerza. El vivía a kilómetros en La Matanza y para ir a la plaza me tiraba al hombro e ibamos caminando. Él me enseñó a hacer pastas caseras, cuando estaba con él era un mundo aparte de lo que estaba viviendo en mi casa, tenía muchos problemas en casa. Años atrás se nos incendió una casa en Ezeiza y una de nuestras hermanas falleció, lo siento, pero era muy chiquito y está borrado en mi mente, si no escucho hablar al respecto no se nada. Por eso lo que más me acuerdo es el dolor de la pérdida de mi padrino, él no tenía un peso y no importa cómo me traía una bolsa llena de juguetes y me daba de comer. Creo que él sabía que tenía sus días contados en este plano e hizo lo posible para dejarme lo mejor. Yo siento que soy como él, eso de darle motivación a la gente y levantarlos cuando están caídos o no dejar que caigan directamente. Les digo: «sí, pasó, ¿esto hace cuánto fue? ¿10 minutos? Bueno, ya caminaste esos 10 minutos, ahora vienen otros 10 minutos, pensá en lo que viene por delante». Estaba por bautizarme y ese mismo día mi padrino entró internado y yo preguntaba por él y me decían que no iba a poder venir. Yo decía: «si me van a tirar el aguita quiero que sea a Juan y a mi». Fuimos a la iglesia, me bauticé con otra persona. De solo saber que mi padrino no podía levantarme y lo hacía igual, siendo tan chiquito pensaba: «qué loco, quiero ser como él, generoso».
– ¿Y volviste a caer?
– Caí nuevamente en la oscuridad en otra pérdida, en un accidente de tránsito murieron dos amigos. Me vestía de negro, me pintaba las uñas de negro, no tenía nunca las luces prendidas de mi casa, no dormía y pensaba en todo lo malo que puedo hacerme. Pero a la misma vez siempre pensé en los demás. Pensé desde lastimarme hasta el suicidio, pero me voy y yo no tengo ningún problema, pero mis viejos, mis hermanos, no les puedo dejar el ejemplo de que si algo sale mal se tienen que meter en las drogas o matarse. No soy así, no pasó. Lo tapé mucho tiempo con joda, con drogas, no estando en mi casa, pero no dejé que la oscuridad me gane. Mi nombre hoy la gente lo ve como algo oscuro pero yo ya no lo veo así.
– ¿Mantenés el nombre Abalam porque es parte de tu historia?
Sí, hoy estoy en otra etapa. Tengo sonidos oscuros porque me gustan, no porque estoy mal. En el álbum que saqué el año pasado hablo de todo, de mi trabajo, familia, amigos. Son doce temas que son un mes de mi año, enero ¿cómo arranca mi día? El intro es todo trabajo, estoy con mi familia y hay gente que viene y gente que se va. Y el segundo es hablo de mi familia, de problemas, de mi padrino, de mis amigos, de un problema y un desahogo. Y así lo logré, si prestás atención desde el principio al final tiene un orden.
– ¿Hace cuánto trabajás como barbero?
– Hace 10 años me dedico de lleno a la barbería. Cuando era chico jodíamos con mis hermanos y mis primos y les cortaba el pelo. Esto era en la época en que yo me puse a escribir donde estaba buscando quién era, y nos cortábamos el pelo entre nosotros, nos teñíamos. Y un amigo me dice: «Ema tengo una máquina ahí, ¿no me cortás el pelo?» Y yo le dijo: «no, no corto pelo, ¿me estás jodiendo?» Iba a una barbería que se llama Eric, el pibe era el número uno cortando el pelo y él tenía los primeros degradé, como se usa ahora, tipo americano. Si querías hacerte un degradé tenías que viajar y tomarte hasta dos, tres colectivos. Y yo iba a veces horas antes de cortarme el pelo para mirar porque lo admiraba, me gustaba su prolijidad en los cortes. Y ese día le corté el pelo a mi amigo y me dió una propina de $5. Y con el tiempo le empecé a cortar a mis hermanos, a pulir un poco más. En realidad yo no dije: «voy a ser barbero», me apasionaba porque en el momento que cortaba yo pensaba mucho. Y después un amigo me dijo: «tenés que cobrar el corte, porque esto ya está bien». Yo cortaba en mi habitación, dividí con un mueble gigante pero venían los vagos y se tiraban en la cama y yo no les decía nada. Y venía mi viejo enojado y decía: «esto no es un aguantadero, que esperen afuera». Un sábado tenía 15 personas afuera de mi casa haciendo fila para cortarse el pelo. Vino mi viejo y me dijo: ¿sabés lo que voy hacer? En la semana voy a ir a comprar materiales, voy a dividir todo el comedor y voy a poner una puerta en la calle y vas a tener tu peluquería, pero vos me tenés que prometer que lo vas a hacer de verdad». Y vino con más que eso, con tijeras, con peines, con una máquina nueva.
– ¿Cómo ves tu futuro de acá a dos años?
– Lo veo como un logro, me veo como un ejemplo para muchos. Me veo como representante de mi sonido, poder lograr crear un subgénero dentro del trap. Otro de mis objetivos es tener en pie y firme a mi familia, estar plantado como estoy hoy en día y poder seguir manteniendo eso. Por eso sigo trabajando todos los días con mi pareja para que eso suceda. Estar estable económicamente, mentalemente. Y si alargamos los años mi objetivo es que mi mensaje deje alguna enseñanza, que mis hijas puedan dar ese mensaje. Otro objetivo que tengo para el futuro sería tener un lugar para la gente de la calle, esa idea la comparto con mi mujer.
– ¿Un refugio?
– Sí, un refugio, pero un poquito más que eso, donde no haya solo tres duchas, donde haya un vestuario gigante, donde haya agua caliente y más que un refugio sea familia. Lograr que la gente de la calle salga de ahí y pueda ver las cosas de diferente manera, ellos están tan perdidos que muchas veces toman decisiones que no pueden remediar. Sería abrirles otro camino, no solamente ayudarlos a que no estén en la calle. Un refugio muchas veces lo que hace es sacar de la calle a muchos, pero a otros los exilia. Lo más importante para mi es que gocen de esa ducha caliente tan anhelada que se merecen, porque hayan hecho o no cosas malas a veces somos dueños de nuestros actos pero no de lo que nos hizo hacerlos. A veces no tomamos las buenas decisiones que tenemos que tomar y por eso mucha gente termina en la calle. Escucho mucha gente que dice: «este está en la calle porque quiere, o porque es un negro de mierda, o porque se lo merece». Literalmente no creo que nadie se merezca vivir en la calle.
– Si tuvieses que pensar cómo sería ese refugio ideal ¿qué tendría?
– Madres dispuestas a dar comida rica, eso les va a hacer sentir feliz. Las mujeres son las de corazón más grande y bondadoso. Toda la gente que sea voluntaria, es como los bomberos voluntarios, no es por plata. Después, las duchas, un sector gigante con agua caliente. Maestros y maestras que estén dispuestos a enseñar. Un lugar recreativo para que puedan elegir hacer alguna actividad. Me gustaría que tenga muchísimas habitaciones, que sea una cuadra gigante. Psicólogos y psicólogas. Talleres de arte, manualidades. Yo creo que en la calle hay muchos artistas, los rescataría de ahí. Con la puerta abierta a que te quieras ir, no te puedo atar al refugio, si viniste fue por algo, el objetivo es que quieras quedarte. Mi meta es que puedas tener un trabajo. Si vos te querés ir es una lástima porque no puedo lograr mi objetivo con vos, hay personas que sí quieren salir de eso y que tienen un potencial. No son lo que vivieron en la calle, no son los 10 pesos que mendigaron, que no son el pan que agarraron de una mesa, que no son el balde de agua que le tiraron para sacarlo de una puerta de un edificio o adentro de un banco que se quedaron durmiendo. Creo que a lo largo de ese camino van a existir muchas personas que quieran aportar, y una vez que se empieza eso nunca va a haber un tope. No quiero a nadie que quiera sacar un provecho o que busque limpiar su imagen, quiero gente que se preocupe y a la vez que se ocupe.
– ¿Por qué motivo tenés esta preocupación?
– Mi mamá vivió en la calle teniéndonos a nosotros, tuvo un problema con mi viejo y ella no podía estar en mi casa y la habían echado de la casa de su abuela donde ella vivía y estuvimos durmiendo muchas noches en la calle, hasta que ella tomó la decisión de dejarnos con nuestro padre. Fue una decisión muy fuerte para ella, porque no se lo merecía. Ahora este tema me preocupa demasiado, pero no estoy ocupándome de eso porque todavía no tengo los recursos para lograr ese objetivo. En esa situación ayudé a amigos y conocidos y yo les abrí la puerta de mi casa. No lo sentí porque era muy bebé, pero también en algún momento sentí la necesidad de estar acostado en una cama, quizás fueron días, una noche, dos, tres, no sé. Pero mi mamá estuvo en la calle y le costó que le abrieran las puertas de la casa de su familia. Creo que lo que le falta a muchas personas es la moral, todos tenemos que pensar en uno mismo, pero no creo que esté mal pensar en lo que le falta al otro. Hoy en día me preocupa pero necesito un capital grande que lo voy a lograr con la música. El arte en un largo plazo si vos «la pegás», te da mucho ingreso. Y espero ser inteligente en ese momento para con ese ingreso generar más ingresos y encontrar la manera de inaugurar ese lugar. Hago música por todo lo que hablamos anteriormente y para mi familia.
– Cuando te pregunto por tus objetivos, estás pensando más allá de vos…
– Mi objetivo es siempre incluir a mucha gente. Si te hablo de un objetivo mío, bueno, cumplí demasiados objetivos propios.Cambié muchas cosas de mi personalidad, hacía muchas cosas malas que no medía, no tenía empatía, no sentía por el otro, juzgaba mucho. Aprendí y crecí, a medida que fui creciendo y experimentando cosas me di cuenta que todo el mundo tenemos una mochila pesada, quizás no carga lo mismo, pero el peso está. Por eso no pienso solo en mí, es decir, pienso en mí pensando en los demás.
Lloré leyéndola 🥹🥹
Estoy orgullosa de él y todos nuestros proyectos .
Gracias flor por terrible entrevista !
Ufff buenísimo
Muy buena entrevista de las mejores que leei
Muy buena entrevista, se trasmite esa buena onda a traves de los parrafos, espero que este joven llegue muy lejos.
Increíble nota, realidad en cada respuesta