Aline Terrein: “La síntesis es un juego”

La responsable de Ventas y Marketing en Latinoamérica de Arturia, empresa famosa por sus sintetizadores en software y hardware, cuenta en esta entrevista cómo llegó a ocupar ese cargo, analiza la cuestión de género en el sector, y opina sobre el desarrollo de la industria musical argentina. Por Florencia Sosa.

Aline Terrein

– ¿Hace cuántos años empezaste a ver más mujeres en la industria musical?

– Si estoy pensando solamente en la música y más específicamente en la producción que es donde menos mujeres veo creo que sí sería un cambio como de 10 años para acá, o tal vez menos. Por ejemplo, hace 6 años no conocía ingenieras de sonido o de sala, productoras, eran poquitas las que se veían y apenas ahora empecé a ver ese cambio de mentalidad que entendemos que no solo es un universo para los hombres y que hay un lugar para nosotras también. En la música siento que la mujer tomó un rol suavecito, en el sentido de escribir canciones, componer y cantar. Entonces, muchas de las mujeres que hacen música 30/40 años para atrás, además de un par de sorpresas que hay por ahí, casi todas eran songwriters, compositoras y cantantes; y siento que es algo reciente donde la mujer dice: «si, me gusta la música»; «sí, me gusta cantar»; «si, me gusta escribir y componer»;” pero no me quiero limitar solo a esa experiencia en la música y quiero entender perfecto cómo puedo yo grabar en mi casa, masterizar, mezclar”. Eso, mínimo en México creo que lo empiezo a ver un poquito más reciente. 

– Son pocas, pero hay. En las entrevistas que hice con productoras me comentaron que las dificultades que atravesaron son muchas. ¿Qué pensás sobre esto?

– Creo que es muy fácil perdernos en lo negativo y solo ver lo que no está funcionando, lo que no ha funcionado, ver el abuso y cómo se aprovechan de las mujeres. Ahorita estoy intentando no dejarme hundir por esa visión negativa porque al ver tanta cosa fea es muy fácil decir: «¿para qué hago esto?» Debo intentar ver todo el crecimiento que si hubo, ha sido poco a poco, pero es muy importante también reconocerlo. Siento que es una industria que se está abriendo, o la estamos abriendo nosotras. Hablando en todas las industrias, las mujeres llevamos un rato entrando a esta vida de trabajadoras y participando en el capitalismo en todo sentido. Pero la diferencia más grande que veo en los últimos 5 años, es que además, cada vez hay más mujeres y siento una comunidad más fuerte entre nosotras. Antes la misoginia estaba por todas partes y nosotras también la cargabamos un poquito, existía esta tendencia de nosotras mismas competir de una manera no muy saludable y tenernos envidia. Ahorita lo que siento es que ya se soltó eso completamente y que cambió la visión y es ver como nosotras nos empoderamos e impulsamos y cómo vamos haciendo nuestro lugar en nuestra industria. Eso me inspira mucho. No quita que todavía hay un largo camino por recorrer pero me parece importante en vez de hundirnos con todo lo que vemos, ver lo que hay, ver lo que podría ser y construir desde ahí. 

– Al comparar la escena musical argentina y mexicana, ¿qué encontrás en común y cuáles son las diferencias?

– No se si hay tantas diferencias, a veces siento que México es de los países que van un poquito más atrasado en entender el machismo. Me ha pasado que cuando viajo a Chile o Argentina siento que estamos todos en el mismo nivel, es la misma discusión y somos conscientes del machismo y la misoginia y el lugar de las mujeres, en México siento que vamos un poquito atrás. Pero en el mundo de la música esta comunidad de mujeres es muy fuerte, no se si es por artistas como Julieta Venegas o Natalia Lafourcade que ahí si hace 15 o 20 años llevan con un rol muy importante dentro de la industria, como que siento que en la música nos sentimos más cómodas. Aquí en Argentina, es curioso porque de lejos veo pocas mujeres dentro de la industria, me gustaría meterme mucho más para ver si es solo mi percepción. Pero en general, Argentina tiene un poco más presente como desnormalizar esta misoginia en la industria.

– ¿Y en desarrollo musical? México está muy cerca de Estados Unidos, que es un gran mercado…

– Pero fíjate que, sí, estamos más cerca de Estados Unidos, pero a mi Argentina se me hace enorme en cuanto a la música. Siento que desde que arrancó esta historia del rock en tu idioma Argentina vino muy fuerte y más bien fue quien inspiró al resto de Latinoamérica. Hoy en día fueron de los primeros que arrancaron con el trap y con lo urbano, entonces, siento que Argentina, hablando de los músicos, son muy creativos, y tienen muy bien planteada la idea de qué quieren hacer y no van a esperar que otro país lo haga, no les da miedo proponer. Tal vez México tiene esa facilidad de estar ahí cerquita, pero hay algo de lo que está transmitiendo el argentino, de lo que está cantando y escribiendo que se me hace super bonito y poderoso, y me encanta que no tienen que depender de nadie para presentarlo. Me impresiona mucho cómo escribe el argentino, más allá de que me encanta la música y cómo componen, se me hace que de verdad son los poetas de latinoamérica y que le ponen la poesía en melodías y me vuela la cabeza. 

– Estamos en una época, en la que, si bien hay ciertas figuras reconocidas como artistas, se dice que hubo un declive…

– No lo creo. Yo creo que nada más está evolucionando la industria y pasó de ser rock que era un género de gran alcance, y ahorita las nuevas generaciones están cambiando esos intereses y ya no es el rock. Ahora lo que importa son los beats y el beatmaking, son unos genios, estos chavitos que están rompiendo la industria y definiendo su nuevo género. Entonces, lo que algunos pueden pensar como una caída, yo lo veo como un ajuste creativo , decir: “acá vamos con esto, y la siguiente propuesta va a ser esto”, y el trap es argentino la verdad, este universo nació acá y tiene un potencial enorme. 

Terrein Aline

– ¿Cómo llegaste a Arturia? ¿Qué estudiaste?

– Estudié comunicación, quería estudiar música, pero mi familia me dijo: «primero una carrera bien». Mientras estaba estudiando comunicación estaba en una escuela en Ciudad de México que tiene una estación de radio bastante grande, la Universidad Iberoamericana y la estación es Ibero 90.9 y desde que pisé el pie dije: «si yo no voy a estudiar música, mínimo voy a ser parte de estación de radio». En ese momento era muy tímida, entonces, no me animé a buscar ser locutora o poner canciones, que era lo que me hubiera gustado, pero me daba miedo. Entonces, me dediqué a escribir y a sacar fotos de conciertos, así estuve trabajando casi toda la carrera. Eventualmente, de ahí pasé a un trabajo que me dió muchísimas herramientas, me fui a una revista a escribir sobre comida, y ya después acabé la carrera con un enfoque, un poquito de marketing y me fui a agencias. Primero trabajaba en agencias vendiendo cereales y alcoholes, era interesante, pero todo el tiempo tenía esa inquietud de la música y a la par fui haciendo grupos con amigos, era «huesera», son los músicos que contratas para que toquen contigo, como músico de sesión, le dicen hueseros. Entonces, fui huesera de varias bandas mientras trabajaba.

En algún momento me cansé de vender cereal y alcohol, y di el salto en la música y pasé a trabajar en Ocesa, una empresa que tiene casi un monopolio de conciertos, festivales y shows en México. Ahí llevaba marketing pero de entretenimiento y estaba un poquito más cerca de lo que quería, pero todavía no estaba saciando esa necesidad que tenía. Entonces, de ahí salté otra vez, esta vez a un Record Label, una empresa de Estados Unidos que se llama National Records, que llevan distintos artistas latinos, trabajaba en México todavía pero ya era hacer marketing de lanzamientos de Alex Anwandter, o el nuevo disco de la Mala Rodríguez. Ahí estuve muy contenta porque era lo más cerca que estaba de mi sueño, pero todavía en un trabajo medio formal.

Llegó la pandemia, hicieron ahí un recorte, me quedé sin trabajo un ratito, y tomé la rara decisión de decir: «ya no voy a buscar trabajo, ahorro un poquito y creo que puedo sobrevivir de la música». En eso cierran todo. Pero sí estuve haciendo música con unos amigos, ya era un proyecto que hicimos nosotros. Al año de todo esto, fines de 2020 estaba en una playa en México con mi familia y me escribe un amigo argentino, Alex Patri, que vive en Ciudad de México, y me dice: «oye, un amigo que tiene una empresa de música, ­–todavía no me decía cuál– está buscando alguien que me hizo pensar en ti y le pasé tu contacto, espero esté bien». Y yo le dije: «sí, perfecto». Y ya me buscaron y me enteré que era Arturia, yo ya conocía la marca. Fue muy curioso porque estaban buscando un perfil muy específico, buscaban una persona que tuviera experiencia en marketing, que evidentemente entendiera la industria de la música y que supiera tocar, y también buscaban a alguien que hablara español y francés. Y yo soy franco-mexicana, entonces, casi toda mi educación antes de la Universidad fue en francés y eso fue una gran ventaja. En menos de 11 días ya estaba trabajando en Arturia. 

– Básicamente el puesto estaba diseñado para vos…

– Es lo que me gusta pensar, me gusta pensar que sí, estaba diseñado para mi. Ha sido una aventura bastante interesante, ya son 3 años y medio, he aprendido muchísimo, siento que me falta mucho por aprender. Pero lo que más me ha gustado es ahora sí sentirme cerquita del músico. En las diferentes etapas en las que estaba uno era un mercado más bien para los oyentes de la música; el otro, también era dedicado a los oyentes porque se trataba de cómo íbamos a promocionar tal disco; y aquí me encantaba este aspecto que es un momento antes, no estamos marketeando la música que ya salió, sino que estamos marketeando productos para los mismos músicos. Y eso para mi es increíble. Al final, encontrar las herramientas para inspirar a los músicos para que estén creando y sigan grabando y encontrando sonidos, diferentes instrumentos. Ha sido una locura viajar muchísimo, que me encanta, conocer mil culturas, mil gentes, una experiencia impresionante.

– ¡Qué bien! Me quedé pensando en el requisito del idioma, ¿te pedían inglés también?

– También. Arturia es una empresa francesa, entonces, el inglés era básico porque si estás hablando con la fábrica en China es en inglés. En general, en Arturia allá en Francia, les gusta contratar a muchos extranjeros, entonces hay mucho que se habla en la misma empresa en inglés. Pero mi rol es un rol que si necesita tener mucha comunicación con el equipo de logística que está en Francia y ahí sí era muy importante ese factor de saber bien hablar francés. Creo que la decisión de que me elijan es que no solo hablaba francés sino que tenía muy presente la cultura francesa por mi papá y mi abuelos. Entonces, para mi era muy sencillo entender lo que estaba pasando en Latinoamérica, entender qué pensaban en Europa que estaba pasando en Latinoamérica y poder comunicar ahí y generar ese puente que faltaba. Poder decir: «en Latinoamérica es diferente, somos una comunidad, importan otras cosas». Creo que esa “bicultura” me ayudó en ese sentido, más allá de solo el lenguaje. 

– ¿Algo de todo esto te representó un desafío? 

– Muchas cosas. Lo primero es que parte de Latinoamérica es Brasil y yo no hablaba portugués. Me encanta Brasil porque son necios y no les gusta hablar inglés, y entienden español, pero no te hablan en español. Entonces, si o si tenía que hablar portugués y entenderlo, mínimo, y ahora ya puedo entender perfecto y tener reuniones con el equipo de Brasil. 

La síntesis, que es super compleja, tuve un aprendizaje muy autodidacta, sabía tocar piano, guitarra; pero para mi era un teclado, DO, RE, MI, FA, SOL y tan tan. Cuando me dicen de esto, me metí a Youtube para intentar aprender todo lo que no he aprendido de la síntesis en semanas o meses. Y regresando un poquito al rol de las mujeres, me he dado cuenta que el mundo de la síntesis, así como la producción musical, todavía está muy guiada por los hombres. Y la creencia que tenía en ese momento antes de empezar a aprender es que tenías que ser un ingeniero o saber bien los manuales para agarrar estas máquinas y poder manipularlas, entonces, fue un poquito romper con esas creencias. La síntesis es un universo enorme y todavía me falta mucho por aprender pero hoy en día ya puedo explicar y contestar preguntas. Me daba miedo ir a dar una plática de algún producto y que me hicieran preguntas como: «y tal oscilador ¿qué?» Y ahorita ya te puedo contestar. Entonces, eso también fue un reto interesante. 

Creo que otro reto importante fue justamente que en Francia entiendan la enorme diferencia cultural que hay en Latinoamérica con el resto de las regiones. Eso si es algo que impacta en las ventas porque si somos muy diferentes, y no solo en cómo consumimos los productos, sino qué hacemos con ellos. En Europa, y un poco en el mundo, ven la síntesis y lo conectan con lo electrónico o lo técnico y he descubierto en todo este aprendizaje, que en Latinoamérica a pesar de que no fue en un primera instancia, también ha adoptado la síntesis de una manera muy interesante y lo puedes ver en la cumbia, en géneros muy particulares de acá. Y para mi fue impresionante ver como justo toman los mismos productos y hacen algo tal vez completamente diferente con eso. 

Es un trabajo complejo que requiere muchas horas de trabajo, mucha conexión con artistas y escuelas, entonces, de pronto mi cabeza está un poquito saturada, pero creo que es un gaje del oficio.

– ¿En qué lugar ves a Arturia en cuanto a desarrollo tecnológico?

– Si estamos hablando solo de avance y tecnología, vamos muy bien. Justo estamos estrenando un producto que se llama Astrolab, es innovador y no existe algo del estilo en la industria. A mí me sigue impresionando cómo en 10 años de trabajo crearon algo como Astrolab. Pero al mismo tiempo, a mi lo que me encanta de Arturia es que tienen la visión de ser accesibles, no solamente en lo económico sino también en el entendimiento de la síntesis. Y retomando esto que te decía sobre que los sintetizadores pueden intimidar un poquito a personas y tal vez más a las mujeres por esta historia de que no éramos parte del universo de la industria musical, me encanta esta visión de Arturia de decir: «no pasa nada, la síntesis puede ser un juguetito, y puedes picar estos botones»; «no importa, no tienes que saber nada, pero juegale y explórale y el chiste es encontrar lo que tu quieres escuchar». En ese sentido, se me hace algo impresionante, porque creo que hay pocas marcas que te dicen: «la síntesis es fácil», «la síntesis es intuitivo»; como que casi siempre es la otra conversación: «la síntesis es solo para los expertos». Si hay mucha innovación pero siempre buscamos que sea intuitivo para los usuarios.

– ¿Qué te queda por hacer en Arturia?

– Dentro de Arturia tengo dos misiones básicas. Una misión oficial que me dieron en Francia es que crezca más Latinoamérica. Esto, si lo vemos en objetivo real son números y ventas pero para mi es que más músicos tengan las herramientas para buscar y crear su contenido. Una misión que no me dieron pero yo me puse solita es inspirar a mujeres, acojerlas en esta industria y transmitirles lo que yo entendí que es que la síntesis es un juego, y ojalá nadie me juzgue y diga: «no, yo estudié esto años». Para mi es un juego, un juego muy bonito y es increíble explorarlo. Y justo quiero llevar esta filosofía, que las nuevas chavitas crezcan y digan: «yo quiero ser una Bizarrap», o que eventualmente exista una mujer como Bizarrap y digan: «¿quién es Bizarrap?, yo quiero ser como esta chava». 

Por Flor Sosa

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