NEEKL: “Me parece más interesante la visión artística, que la destreza técnica”

El productor musical argentino Nicolás Ejchenbaun, conocido como Neekl, ha trabajado con artistas como: Ca7riel, Paco Amoroso, WOS, Dillom, Santiago Motorizado, Santa Salut, Gianluca, La Maurette, entre otros. En esta entrevista, comparte su visión sobre la creación musical, habla de la importancia de soltar las expectativas, la colaboración con artistas y la flexibilidad creativa, además de reflexionar sobre el crecimiento de la industria musical argentina.

neekl

– ¿Cómo definís tu trabajo?

– Como un ritual, cada vez que empiezo una canción es como que no se nada y cada canción tiene un lugar distinto. Cuando vas a meditar por primera vez o a esas experiencias «plan ritual», te sentís un nene, jugando ahí, tenés que entregarte a estar afuera de la zona de confort y explorar ciertos terrenos. Para mi es una bendición ir al estudio todos los días y dedicarme a hacer soniditos que construyan algo y que generen una emoción, puede ser una canción o un beat. Me parece que ese ritual y llegar a esos lugares emocionales es mi trabajo, si no estoy emocionando, no siento que realmente está sucediendo. Es un ritual 100%, siempre que abro una sesión es ver con qué color pintamos hoy, como un pintor que está ahí con una hoja en blanco.

– ¿Qué es lo que más disfrutás?

– El momento que más disfruto es cuando recién llego al estudio, me armo el mate y estoy por hacer música, ese es el momento top. El segundo momento que más disfruto es cuando termino de hacer eso porque ya estoy re quemado y me voy a mi casa a cocinar algo y pegarme una ducha. Esos dos contrastes me parece que son increíbles. 

– ¿Cuánto tiempo pasa? 

– Son de 4 a 12 horas diarias. Muy fácil se pasan 12 horas acá, es como una cápsula de tiempo. También creo que está bueno no tener un límite horario a la hora de crear, tenés que entrar en ese lugar. Me encanta cuando hay un challenge de «me tengo que ir en tres horas», y la sesión dura eso y tenemos que hacer un tema en 3 horas, buenísimo; pero también me encanta congelar el tiempo y decir: «nadie nos apura», todo ese estándar de que en 5 minutos tenemos que haber grabado y masterizado, todo eso afuera. Si lo hiciste rápido, buenísimo, pero tiene que ser una bomba, y si lo hiciste lento tiene que ser una bomba también. Tiene que estar buenísimo, tiene que emocionar y generar cosas, ganas de saltar, reir, llorar, lo que sea.

– Esto de generar emociones, ¿es tu requisito para trabajar mano a mano con los artistas?

– Si, creo que no solo eso, hay gente que quizás me contacta para trabajar y ni me conocen o yo no los conozco, entonces, tengo que decir que sí o que no. Se dan situaciones en las que yo no sé nada del artista o ellos no saben nada de mí y está bueno ser permeable a situaciones menos profundas y saber jugar a la música desde un lugar más de la experiencia. Por ejemplo, conocí a alguien una tarde, hicimos un tema, pasó esto y quizás si hablaste media hora y tomaste un mate, pero quizás emocionalmente no es tan profundo porque no hay una historia con esa persona, no hay tanto compartido y tampoco lo va a haber. Nunca divido si es laboral o artístico, sucede que mi trabajo es crear. Si estoy pensando en algo que no es arte cuando estoy haciendo arte es porque estoy haciendo las cosas mal. Entonces, son procesos, a la hora de hacer arte: creación, liberación, expansión y después vemos qué se hace con eso, quién lo maneja, quién lo distribuye, como sale y todo eso. 

– En esta situación de intimidad, ¿qué es lo que más cuesta?

– Lo que cuesta es leerse a uno mismo y entender lo que uno quiere hacer. Hablo desde mi lugar como productor, después cada artista tiene su búsqueda y su perspectiva y eso puede ir mutando. Lo que más cuesta es soltar la idea de «tengo que ir a hacer esto», entonces, si resulta una cosa que está buenísima camino eso, quizás no la podés ver porque estás camino a eso. Soltar esas expectativas de «hoy tengo que irme con el tema cerrado y tiene que ser en la onda de tal». 

– ¿Cómo se divide tu sonido del sonido del artista?

– Eso es lo más lindo de ser productor. Para mi lo más bello es la combinación de esas dos visiones artísticas, tiene que haber cierta flexibilidad. Personalmente, considero que el ritual de crear nace de un vómito inicial sin juicio alguno. Y en ese vómito inicial asustaste a alguien o fuiste muy lejos respecto a lo que la otra persona iba, entonces, tenés que ir timoneando. Pero uno no puede crear restringido, no hay que interrumpir cuando se levanta la tapa del cerebro y empiezan a salir las ideas. Hay que dejar que salga y después acomodar. Los dos, tanto el artista como el productor tienen vómitos creativos.  

– ¿Cómo fue tu primer encuentro con la música?

– Pegándole a una silla de plástico con un pedazo de caña de bambú. El primer encuentro fue en un taller de percusión en la primaria, te ponías en círculo con la silla de plástico del comedor y se le pegaba a la silla. De ahí salí baterista. Lo lindo de que haya sido una silla es esto de música ante todo, desde el lugar más primitivo. Después de eso, toqué batería a mis 15 años, hasta mis 27, ahora estoy volviendo a tocar. Pero en la mitad del camino me puse a tocar el piano, sinte, a producir. Me di cuenta a lo largo del camino que no siento tanta pasión por «la viola», por ser «el mejor batero del mundo». No me interesan mucho los solos, no me emociona mucho el virtuosismo, siento que encuentro en la música en sí algo artístico. No siento que uno tenga que saber tocar re bien para hacer música, menos en los tiempos en los que vivimos hoy, me parece más interesante la visión artística de una persona que la destreza técnica. 

Hoy en día hay pibitos de 13 o 14 años haciendo beats que de repente terminan siendo hits mundiales y lo hicieron en 15 minutos. Y hay gente que pasa un mes haciendo una canción también es un hit mundial, y está todo bien, y no hay reglas. No estoy tan apegado al proceso, no me importa cómo la gente hace las cosas, lo que me importa es si cuando le doy play me emociona o no. La palabra hit hay que tomarla con mucho cuidado. Trato de no pensar en esa palabra y no traerla al estudio. El hit es lo mejor que uno puede hacer en el día, en ese momento, en ese lugar. Me parece super importante no tener la expectativa tan alta a la hora de crear, hit es la palabra prohibida. Lo más lindo es hacerlo sin saberlo. La palabra hit es algo que está instalado en la industria, pero lo más lindo es hacerlo sin saberlo, sin pensarlo, sin tener la expectativa.

– ¿Qué significa ser loopmaker?

– Trabajo para una compañía que se llama Output que tienen un plugin que se llama Arcade, que te explitea un controlador MIDI, te explitea dos octavas en sonidos. Por ejemplo, si yo toco, DO – MI – SOL, en vez de sonar DO – MI – SOL, suena un loop de batería en DO, un loop de bajo en MI y un loop de teclado en SOL. Entonces, vos podés ir alternando o tocando a la vez y después chopearlo, se abre un mundo de posibilidades. Yo soy un content creator para ellos. Hay un plugin que es a base de suscripción y el contenido se va actualizando con el correr de los meses. Yo laburo en los sonidos que se van actualizando. Lo que hago no son canciones enteras, son loops de cuatro-ocho compases en donde después bajo un nombre anónimo la gente tiene acceso a esos sonidos. Lo que yo grabo acá me ha pasado de escuchar en alguna canción, algún sample de guitarra o alguna cosa que yo usé. Fue loco.

– ¿Qué te queda por hacer?

– Un montón de música. Yo creo que recién empiezo. Estoy produciendo hace 3, 4 años. Siempre hice música pero estaba sentado en la batería o tenía bandas y yo componía y producía. Me siento muy cómodo en el rol de productor. Siento que cuando la gente escucha una canción que yo produje, yo la siento igual de mía que como del artista, más allá de que después en Spotify dice el nombre del artista. Pero hay algo espiritual, siento que estoy en un diálogo con la sociedad, hay un intercambio energético, la gente escucha las canciones que yo hago. Me parece que está en ese feedback constante, entonces, no quiero dejar de hacerlo. Tengo mucho más por decir, muchas canciones, gente con la que estoy trabajando que me re entusiasma lo que se puede llegar a lograr para después mostrarlo.

– ¿Tenés algún sueño? 

– Creo que el sueño es poder dedicarme lo que queda de este mundo antes de que explote, disfrutando, haciendo música, con amigos, con artistas, conociendo a gente a través del arte. Disfrutando con mi familia, amigos y compañeros. El sueño es ese, el mundo está muy crazy ahora como para hablar de sueños delirantes. Y cuando me pongo las expectativas muy altas, tampoco me garpa. Siento que es esto: disfrutar día a día y los sueños son para otro momento. No vivo pensando en un sueño. Yo creo que vivo mi sueño. Hay que ser realista de que uno no controla lo que está pasando, hay una energía superior, obviamente que uno dirige y con acciones uno va manipulando en su posibilidad todo lo que puede, el destino, pero nada, tengo todo lo que necesito. Hay un montón de gente en la calle en este momento, está todo muy difícil en este país. El sueño de vivir haciendo música está cumplido, iré mejorando en cómo e iré encontrando esa gente adecuada con la cual compartir. 

– ¿Cómo es el trabajo en la industria musical?

– Es una industria en la que muchas veces nadie te va a decir que tenés que trabajar. Vos llegás al estudio y quizás no tenés una sesión ese día con un artista, pero hay mil cosas que podés hacer para estar preparado para esa sesión, para tener tus propios sonidos, para organizar tu computadora, para ponerte a estudiar piano y aprender nuevas armonías, para agarrar la viola y grabarte un par de ideas. El que tiene hambre, siempre se inventa algo y hay muchas cosas para hacer. Para mi, la industria ahora está tan picante que hay mucha gente que se sube a la ola y hay mucha gente que se baja, que dice: «ahora es imposible». En ese cambio generacional, hay mucha gente que queda afuera o adentro. Siempre hay gente que se queja de la injusticia. 

– ¿Cuál es tu visión sobre los últimos cinco años sobre la industria argentina?

– Mi visión es 100% positiva. Me acuerdo cuando tenía mi bandita, yo era el manager y sacaba las fechas, tenía 21 años, no había industria. Era muy chiquita la industria, no había tantos mánagers ni productores musicales, era como una época de bandas, de tocar en vivo. Después vino el streaming, esto de poder hacer música en nuestras casas, entonces, subimos el tema directo. Creo que esa locura tuvo algo muy bello, porque somos un país que sufre o que sufrió y eso deja voces que son interesantes e historias que definitivamente tienen que estar impresas en música y en canciones.

En estos últimos cinco años, la industria se fue avivando de los talentos y de algunos diamantes en bruto y los fueron puliendo. Entonces, a medida que más crece el mainstream, más crece el under. No creo que sea una cosa en detrimento. Para mi es todo una misma industria y obvio que va a haber mainstream porque lo hay en toda industria y obvio que va a haber under, me parece que ambas se complementan. Hoy en día vamos a un camino donde las cosas se hacen bien con un equipo de trabajo. Los shows se hacen 10 puntos  con toda la técnica que se necesita, las luces, las pantallas, siento que estamos bien parados, se igualó. Ahora se viene lo más picante, hay gente trabajando componiendo y hay gente haciendo que esas composiciones salgan a ser distribuídas o a girar por el mundo.Yo creo que estamos aprendiendo a articular con esta estructura. Entonces, me parece que de los dos lados hay gente con ganas de trabajar, con hambre y son de acá, argentinos. Eso no estaba hace diez años, y hace cinco, estábamos en la mitad de esto. Nuestra industria no para de crecer y parece que vaya a parar en algún momento. 

– ¿Por qué motivo te parece que empezó el crecimiento en Argentina?

– Creo que el país va pasando por muchas cosas y la gente necesita gritar. Es ese grito interior que la gente necesita ir a vomitar, sea pintando, sacando una foto, haciendo videos, haciendo una canción. Me parece que más allá de lo que haya pasado políticamente y económicamente, el mundo maneja unas energías muy locas, muy intensas, el estrés, la ansiedad. Creo que en este caso el ámbito de la música gritó y se escuchó por todo el mundo y hoy estamos acá, con una industria argentina prendida fuego.

– ¿Qué mejorarías en la industria de la música?

– No es algo que mejoraría, pero sí recomiendo, y es trabajar más en equipo. No encerrarse uno solo con su mente y su ego a creer que uno tiene que producir, mezclar, masterizar, escribir. Está bueno darse vuelta y mirar a un humane y darse vuelta y sonreir. Y por otro lado, para que la cadena de eslabones sea de un alto nivel, necesitas alguien que ataje lo que a vos se te escapa en una producción, está bueno contar con la presencia de otra persona para eso. Hablo de laburar con más de una cabeza y no tratar de cargarse todo uno y llevarse todo el crédito uno. 

– Si la música no existiera, ¿a qué te dedicarías?

– Creo que a la carpintería, porque te ahorrás hacerte todos los muebles. Siento que me gusta ser útil y práctico. Si sos carpintero te das maña con todo. Hay una fascinación con hacer algo, la canción también es así, una cosa bien artesanal. 

Por Flor Sosa

Deja una respuesta

Tu dirección de correo electrónico no será publicada. Los campos obligatorios están marcados con *