La ingeniera de audio de Neon16 cuenta cómo llegó a ocupar ese puesto y su proceso de formación en Berklee, el lugar que ocupa como mujer en un sector donde abundan varones y el valor de las relaciones en la industria de la música. Por Florencia Sosa
– ¿Cómo te definís?
– Soy una ingeniera de sonido, grabo y mezclo, no voy a decir que masterizo porque masterizar es otro ámbito, aunque lo puedo hacer. También me considero creativa, no siento que sea completamente productora musical y escritora, pero sí me gusta ser parte del proceso creativo de la música. No sé si me defino en una cajita, soy esta ingeniera que está creciendo mucho, aprendiendo, poniendo su crédito en la música, pero es una caja muy flexible.
– Si lo tenés que poner en tareas, ¿qué incluye ser ingeniera de audio?
– La ingeniería puede ser muy técnica, se encarga de todo lo que es audio. Capturar, editar y arreglar audio, agarrar los elementos que tiene una canción y hacer que suene mejor. Enhance it, me refiero a sacar lo bueno de cada aspecto musical, ordenarlo, eso para mí es mezclar. Siento que la ingeniería se divide en muchas categorías, puedes ser ingeniero en vivo, ese nos es mi fuerte pero también lo puedo hacer.
– ¿Y por qué te quedó el mastering afuera?
– Porque el mastering para mi es lo más técnico que tiene la ingeniería. Porque estás agarrando ya el producto terminado, mezclado y todo. Masterizar es ponerlo a cierto volumen o que tenga ciertos parámetros para que salga afuera hacia los streaming services. Siento que podría meterme ahí pero me enfoqué mucho más en la mezcla y lo dejo por fuera porque sé lo difícil que es y respeto muchísimo. Cuando lo hago, pongo un plugin que me ayuda y lo hace por mí y suena muy bien, pero yo sé que hay algo mucho más técnico y es mucho más trabajo que poner un plugin, por eso lo dejo afuera, porque no lo hago completamente.
– ¿Creéd que tiene como algo más artesanal quizás esa decisión final?
– Sí, es lo final, literal. La idea es que la mezcla que ya tienes suene más duro, pero hay veces que te piden: “oh, me gusta más brillante”. Hay veces que pones lo que tú usas para masterizar normalmente y traes cosas de la mezcla que no te gusta que traigan. Entonces te toca recatar. Y además obviamente tienes al artista, al director del proyecto que está escuchando el máster para ver que esté todo bien. Pero igual el ingeniero de mastering, aparte de eso, tiene que seguir los parámetros que te piden los servicios de streaming. También hay ciertos niveles de loudness (volumen), lo duro que suena una canción, que si tú te pasas y suena más duro, aunque suene bien, tú lo metes en Spotify y te lo comprime. Entonces, ya cuando te lo comprime no va a sonar igual, porque te lo está comprimiendo, por eso tienes que tener mucho cuidado y es algo que tienes que estar muy pendiente. Y dicen que es bueno que hayan dos oídos diferentes ¿no?, alguien que mezcle y después que masterice otra persona para que pueda traer con oídos frescos otra perspectiva. Obviamente a veces esto no es el caso, a veces la persona que mezcla, masteriza.
– ¿Y quién es tu dupla para hacer esa mezcla y mastering? Supongo que tenés ahí gente que decís, bueno, se lo mando a tal.
– Ahorita en la etapa en la que estoy trabajo más con gente más contemporánea a mí. Tengo una amiga que es ingeniera de mezcla y trabaja con un ingeniero de mezcla muy grande que se llama Luis Piquet. Y ella trabaja mucho con él, y yo si voy a takes de mezcla o algo, siempre voy a ella, como somos amigas, no es una de esas personas inalcanzables y es muy buena. Y otra dupla que tengo en mastering es un amigo mío, pero él ya es más grande que yo, lo conocí en una sesión y le gustó como yo trabajaba como ingeniera, él masteriza y es un capo. Básicamente, son mis dos personas, ella se llama Isabel Rodríguez y él Alexis Soto.
– Está bueno pensar en esto que decías que son amigos tuyos, por la confianza, ¿no? lo que te permite pedirle algo en específico…
– Sí, también a una a veces le da como cosa preguntar ciertas cosas, más como mujer, no sé si los hombres se sienten así. Porque tal vez no sé algo que los ingenieros deberían saberlo y yo no lo sé. Entonces, tal vez no soy tan buena si hago estas preguntas, ¿no? Pero cuando son amigos tuyos o tienes confianza, puede que sea una pregunta estúpida, pero lo preguntas: “esto, ¿cómo es?”
– Todo el tiempo por más que tengan carreras extensas, siguen aprendiendo en esto. Porque es un rubro que se actualiza constantemente. Cambiante, ¿no?
– Sí. Siempre tienes que estar muy pendiente de lo que está afuera, qué está sonando. Igual siento que la música es muy subjetiva, como que eso “está bien” y “está mal” ¿qué es? Para mí hay audiencia para todo. Yo escucho a veces mezclas de canciones que están pegadísimas y digo: “suena horrible”. Pero eso suena horrible para mí, que yo sé, de resto, para el mundo, eso suena bárbaro, y suena lo que tiene que sonar.
– ¿Cuál es la carrera que hiciste? ¿Ahí te hicieron alguna bajada de línea? Porque se hace una bajada de «este es el nivel de calidad y esto otro ya no».
– Claro. Bueno, yo estudié en Berklee College of Music en Boston. Hice ingeniería y producción musical. Pero antes tú entras como músico, yo entré como cantante, cantaba. Ahí empecé ingeniería y no sabía nada. Todo el mundo que empieza esa carrera ya sabe lo que están haciendo o parece que saben, pero para mis ojos de ese momento yo habría Pro Tools y nada, era chino.
En Berklee me pasó que lo que yo quería hacer, que era reggaetón, urbano, pop, no estaba tan bien visto. Como que el pop gringo sí, pero si tú te ibas al reggaetón no había clases de… Por ejemplo, había una clase de songwriting en español en Berklee y todo era ese típico songwriting de hace 20 años, O el latín pop que es como más clean, es todo esto como más clásico latino que sonó muchísimo en su tiempo.
He hablado con gente de Berklee y ya están reconociendo muchísimo más este género, el reggaetón es masivo ahorita. Pero en ese momento, cuando yo estaba, era como un elefante del que no se hablaba. Decían “el reggaetón ahí se va a morir”. No se murió. Porque me intentaron hacer ese bajón, ¿no? De que “no hagas reggaetón” porque “no va para ningún lado”. Y yo tipo: “ no, yo creo que sí. Yo lo voy a hacer”. Ahí yo decía también: “no te gusta a ti, está bien. Me gusta a mí. And it’s fine”.
Me pasó que un amigo que salió de Berklee mucho antes que yo, quedó nominado a un Grammy por trabajar en el proyecto de María Becerra y a él no le gustaba el reggaetón. Él era uno de los que me decía que no, que yo hiciera otra cosa. Y me acuerdo que me llamó y me dijo, después de que lo nominaron, “¿te acuerdas esa vez que nos vimos en el lobby y yo te dije que hicieras otra cosa? Que el reggaetón no iba a ningún lado, no sé qué”. Y yo le respondí: «si, ¿por qué me estás diciendo esto?” Y me dijo: “es que te quería pedir perdón. Si no fuera por el reggaetón, mi carrera no hubiera sido así, ahora lo aprecio muchísimo. De verdad, disculpa”. Y yo tipo: “no, todo bien”. No lo necesitaba, pero me encanta.
– Pero qué bien que lo haya reconocido…
– Sí. Muy bien, la verdad. Creo que lo que le pegó fue que yo no me acobardé ni un poquito. De chiquita, en Venezuela, siempre hubo mucho reggaetón y me encantaba bailar. Igual estudiaba música de chiquita y era música clásica, típico, estudiaba piano. Ya cuando fui más grande fue que empecé a cantar, que igual tú cuando empiezas a cantar no estás estudiando reggaetón cuando cantas, estás estudiando géneros que puedan desarrollar tu voz un poco más. Pero por alguna razón siempre me sentí súper conectada, crecí con el reggaetón, sentía que era muy parte de mí, parte de mi cultura, aunque no era reggaetón venezolano, era reggaetón puertorriqueño y colombiano. Pero me re quedé ahí y cuando decidí estudiar música, dije, “sabes, quiero ser parte de esto”.
Yo igual debí haber abierto un poco más mi cabeza porque después me pasó que estaba tan ensimismada con el reggaetón que no tenía otras influencias que agarrar. ¿Entiendes? Como que tenía algo muy seteado, no un sonido, sino un gusto que tampoco está tan bueno, hay que poder escuchar un poquito más. Hay muchos del reggaetón que escuchan otros géneros que dicen: “ah, esto viene del funk, de tal..”, porque lo escucharon también. Entonces, después me di cuenta que tenía que abrir un poquito más mis horizontes y me puse a escuchar un poco más otros géneros, escucho mucho house, me encanta el afro. Pero igual le tengo ese amor al reggaetón siempre.
– ¿Qué fue lo que más te costó en la carrera? ¿Cuántos años son?
– Cuatro años. El primer año es más musical. Los primeros dos años tienes que hacer armonía, la base musical, pero no tiene nada que ver con ingeniería. Esa parte no me costó tanto, aunque salí súper bien en todo, menos en el canto. Lo que más me costó para mí fue… no sé si el miedo, pero yo misma me frenaba mucho porque sentía que no iba a dar. Y también era difícil porque yo era la única mujer en toda la clase. O sea, era una clase de 20 personas, pero siempre éramos una o dos mujeres máximo. Y ya de por sí todos los hombres vienen de aprender ingeniería mucho antes, siento que lo de las mujeres ingenieras empezó hace muy poco, o por lo menos que tengan visibilidad. Para mí fue muy difícil encontrar una mujer que hiciera lo que yo hacía en el momento que yo estaba estudiando y tomar ese camino de referencia.
– Y pensar que esa mujer ibas a ser vos. Una referente para otras…
– Ojalá que si, vamos a ver. Para mí fue algo difícil, porque lo técnico todo se puede aprender. Pero también esta industria es tan dura, es muy bonita, pero es dura. Porque el éxito es muy visual, muy de lo que estás viendo. Y en realidad no, el éxito para mí es si tú estás viviendo de lo que tú quieres vivir, hacer música. Si tú no quieres hacer música que es mainstream, pero tienes tu audiencia y es lo que te gusta, estás feliz, y estás viviendo de eso, ganaste.
– ¿Y qué fue lo que más te gustó de ese proceso? Porque estudiar siempre es un viaje de ida.
– Lo que más me gustó fue conocer gente. La música es muy social, es muy de network. ¿Crees que vas solo por la vida haciendo música y eres “yo lo logré”? No, tienes mucha gente detrás que te ayuda. Y en la universidad yo conocí demasiada gente. Gracias a Dios fue una universidad donde nos decían siempre que íbamos a ser el futuro de la industria ¿no? Entonces conoces mucha gente que te llevas re bien, no lo ves en dos años, pero de repente esa fue la persona que te dio la oportunidad, que te cambió la vida porque se acordaba que tú en la universidad habías hecho ‘esto’, y te llamaban para que lo hagas. Entonces yo fui muy intencional con mis conexiones, quería conocer a todo el mundo que yo pudiera, quería formar amistades, obviamente, unas son más profundas que otras porque conectas ¿no? Pero siempre intenté conocer a la mayor cantidad de personas, ponerme, ofrecerme a mí, ayudar y todo se devuelve, esto es un intercambio de energía.
Eso me pasó a mí también. Para empezar a trabajar con las personas que trabajo ahorita (Neon16) fue alguien de la universidad que me llamó, escuchó que yo estaba trabajando como ingeniera en un estudio que era comercial, era un sonido muy urbano y ya había llamado a varios ingenieros que tal vez no vibraron tan bien, y me terminó llamando a mí. Y ahí llegué, me fue súper bien y seguí creciendo ahí. Pero fue de la universidad.
– ¿Y cómo te llevas con otra parte que tiene la música que es la noche?
– Ay, re duro. 100% la noche es parte de tu vida dándole a la música. Cuando estaba trabajando en el estudio comercial que se llama Rebel 11 Studios, ahí en Miami, había veces que entraba a las 9 o 10 de la noche y salía a las 10 de la mañana, muerta, y es súper duro porque vas al revés del mundo. Ni siquiera estaba trabajando como ingeniera, estaba trabajando de intern sirviendo café, limpiando y poniéndole todas las cosas. A mí muchas personas que me vieron como asistente fueron los que me dieron cartas de recomendación para mi primer estatus legal de trabajadora en Estados Unidos, fueron gente a la que yo asistí.
– ¿Cómo es tu rutina de vida y trabajo?
– Mi día a día empieza al mediodía, entro a trabajar a las 12, yo manejo el estudio en Neon16, tenemos tres cuartos, entonces, veo qué sesiones hay, organizo, tengo listos los micrófonos, depende si tengo que grabar o no. Hay días que tengo que grabar, hay días que no, pero siempre intento, antes de que llegue todo el mundo, tener todo eso listo. Si no tengo que grabar, siempre estoy haciendo algo técnico como editando audio para un proyecto que tiene Neon, mezclando un live session, algo, siempre hay algo que hacer.
En la tarea de ser studio manager e ingeniero tienes tu customer service también, como el servicio al cliente, porque eso de hacer sentir a la gente cómoda, también es mucho de ¿qué necesitas?, ¿quieres una agüita?, ¿está sonando bien?, ¿te escuchas bien?, ¿necesitas que te cambie algo?, ¿quieres cambiar el reverb? Para que también el cantante se sienta súper cómodo. Entonces, pasan las sesiones del día, hago lo que tengo que hacer y después, hay veces que termino a las 10 de la noche, hay veces que termino a las 8, hay veces que termino a las 3 de la mañana. Depende de qué sesiones haya, siempre hay mucha música y después repetimos al día siguiente. Hay veces que trabajo el fin de semana, hay veces que no, ahorita tengo ese horario porque soy la studio manager de Neon16. Antes, cuando no trabajaba en Neon, todas mis semanas eran diferentes, tenía sesiones en la noche o por la mañana, tenía shows porque hacía ingeniería en vivo, y a veces no tenía nada porque era freelancer.
– ¿Qué opinas de la industria musical contemporánea?
– Bueno, siento que con la globalización, hay acceso a todo, tú si quieres, puedes meterte ahí en Spotify y ver el top 50 de Irán. ¿Entiendes? Tienes acceso a demasiada música que tiene influencias de lugares que tú ni idea, ¿no? Entonces siento que ahorita están agarrando muchísimos aspectos de música que viene de otros lugares. Y está bueno, por ejemplo, el afro está muy presente en la industria latina, está empezando a crecer, en la gringa también, con Calm Down de Rema y Selena Gomez. Ahorita, Ayra Starr es de Nigeria, ella está cantando con Rauw en “Santa”. Siento que todo el mundo está conectando con todo el mundo y me encanta la mixtura.
También, aparte de eso, hay mucha música que se está usando en “spanglish” y “english”, en Corea del Sur cantan en coreano y en inglés al mismo tiempo. Hay featurings rarísimos por todos lados y me encanta. Entonces, tú escuchas la música, no sabes lo que dicen, pero como hay partes en español, tú lo vas a escuchar. Siento que nos estamos conectando con personas de otros lugares, agarrando de otras culturas y me gusta. Porque me gusta mucho más eso de citizen of the world, que somos todos humanos, estamos todos en este mundo.
– Estados Unidos es el primer mundo. ¿Cómo viviste ese proceso de ir de Venezuela hasta allí para estudiar y buscar un futuro profesional?
– Fui sola a estudiar. Mi hermana mayor vivía en esa ciudad, pero ella estaba recién casada y se mudó con el esposo. Entonces me mudé sola, la veía una vez al mes, los fines de semana. Vivíamos en la misma ciudad, pero ella estaba trabajando y yo estaba estudiando. Y es un cambio cultural, yo no sé cómo me fui sola. O sea, ahorita que lo veo en retrospectiva es como: «guau, una niña». Llegué a la universidad y busqué trabajo para no tener que estar pidiendo plata a mi mamá. Entonces empecé a trabajar y a pagar las cosas de la casa. Obviamente todavía tenía a mi mamá ahí diciéndome “¿necesitas algo?” Pero igual uno está solo y además descubriéndote. Porque irte solo a otro país es ver quién eres fuera de tu casa, yo desde que me fui soy una persona completamente diferente. Hay veces que te das cuenta que quien pensabas que eras, en realidad no se alinea con quien quieres ser. Hubo sueños que yo tenía que después no se alineaban conmigo y sentía que estaba decepcionando a esa Bere chiquita en no seguirlos.
Cuando te dije que entré cantando en la universidad, hubo un punto en que obviamente quería ser artista, quería cantar, escribir canciones; y después cuando me empecé a meter en la industria me di cuenta que no quiero vivir mi vida en el spotlight, me encanta caminar por la calle tranquila y vi que es muy difícil ser artista porque te conviertes también en el producto más o menos, y eres un humano. No me veía en ese lugar, fue durísimo ese momento. Me acuerdo que me puse a llorar y todo, no de tristeza, sino Let it go, dejé ir ese sueño que tuve y me di cuenta que está bien. Porque yo soy muy de seguir mis sueños y los voy cumpliendo, pero en ese camino también se van perdiendo muchos, y no está mal que se pierdan. Me pone súper emocionada porque la Bere de 10 años estaría muy orgullosa de donde estoy. Pero «wow, no se logró». Y en realidad no es que no se logró, se fue por otro camino.
– Lo resignificaste…
– Lo resignifiqué, y ahora trabajo con artistas y los ayudo a ellos. Mi jefe es muy servicial, el es director creativo de Neon16, Iván tiene una cabeza increíble, se le ocurren demasiadas cosas y también ayuda a los artistas a saber quiénes son. Y cuando vi lo que hace y dije: “ay, yo quiero hacer eso. Quiero ayudar. Quiero también ser parte del artista. Pero no quiero ser artista”. Ahí fue cuando me di cuenta y abandoné ese sueño y me fui por este. No quiero decir que cambio mucho, pero no me cierro a nada. Como que me gusta siempre estar abierta a absorber. Por ejemplo, ahorita en esta conversación, yo acabo de absorber esto, el sueño de ser parte de ese movimiento musical intercultural. Me gustaba, pero no sabía que quería ser parte de eso. Y lo acabo de absorber porque estoy muy abierta siempre a darme cuenta de cosas de mí misma y las cosas que quiero hacer.